¿Qué pasa con el divorcio?

El divorcio suele ser un evento muy impactante y difícil de superar para los niños. Un mal manejo de una separación y una imagen distorsionada de un hogar, de padres y esposos puede resultar en un arduo camino de construcción de la personalidad. Asimismo, la edad es un factor determinante para el abordaje de una situación así. Por lo que, se pueden dar consecuencia más graves en una determinada etapa que en otra, puesto que el niño necesita a cada uno de sus dos padres en mayor o menor grado, así como, de distintas maneras. Por lo tanto, la ayuda de un profesional resulta vital para un adecuado manejo de la situación. Así, éste actuará como persona neutral para explicar lo que se vive y encausar los sentimientos generados en el niño, desde culpa hasta vergüenza social, etc. Es muy importante resaltar, la participación del mismo desde una forma preventiva y no interventora, es decir, se suele pensar en ayuda psicológica cuando el divorcio ya aconteció y el pequeño ya presenta problemas de conducta; cuando lo ideal es recurrir desde antes para saber como abordar la noticia y prevenir la formación de síntomas.

El divorcio como tal es un acontecimiento social que se da entre los adultos y el triángulo madre-padre-hijo siempre se va a mantener. Es decir, los padres pueden separarse, volver a casarse, irse a vivir lejos, tener otros hijos pero siempre van a seguir siendo padres de sus hijos. Entonces, justo esto es lo que hay que explicarle al niño, con palabras claras y con un soporte emocional que no lo haga sentir culpable de lo que pasó. Por ejemplo, puedes decir: “Tu padre y yo ya no podemos vivir juntos porque hemos dejado de entendernos, pero de nuestra relación has nacido tú porque todos así lo quisimos. Seguirás siendo nuestro hij@ aunque cada uno vaya a vivir por su lado. Eres afortunado, porque ahora podrás tener dos familias.” El niño sufre si no se le expresa en palabras las tensiones ocultas porque puede sentirse culpable sin saber por qué. Ojo: no importa la edad que el niño tenga (aún así sea bebé) hay que verbalizarle lo que ocurre para que pueda entender mejor lo que le sucede a los padres.

En general, es muy importante concebir el divorcio no como una pelea ni disputa de culpas, simplemente se trata de un acuerdo, de una situación que sucede cuando dos personas no se entienden. En este proceso de separación la actitud de los padres debería ser lo más tranquila posible, percibiendo lo que pasa como una necesidad. De esta manera, el niño podrá conservar su estima por la madre y el padre y podrá mantener la suya que evidentemente está influenciada por el cruce de sus padres. Una separación no es siempre destructora, incluso puede ser un tanto beneficiosa para el niño si los padres que se separan lo viven bien. En el interior del niño lo que cuenta es la angustia producida por el hecho de separarse de uno de los padres, de tristeza por la pérdida, de enojo porque sus padres queridos ya no compartirán el mismo techo y no en sí el proceso de divorcio.

 

Referencias: 

Dolto, F., (1995) El niño y su familia, Ed. Paidós, España.

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