Importancia de la Infancia [Padres]

Como se menciona en el artículo principal, la infancia constituye una etapa crítica que sentará las bases para un desarrollo y desenvolvimiento exitoso. Por lo tanto, debido a la magnitud del período de la infancia, lo más conveniente es que el niño esté cerca de ambos padres, o en dado caso de las figuras sustitutas. El cuidado de un niño de pecho en una institución por perfecta que esta sea, no equivale a la presencia del padre y la madre.

En cuanto, al cuidado por parte de los padres, es de suma importancia que estos posean la capacidad de la maternidad y la paternidad en el amplio sentido de estos significados, con prudencia y solidez acerca de la concepción de un hijo. Por ejemplo, la mayoría de los embarazos adolescentes son producto básicamente del erotismo, todavía no se tienen las estructuras emocionales que les permita atender, cuidar y proteger a un bebé. Esta relación inmadura puede implicar muchos peligros para el infante.

La conexión entre madre e hijo inicia desde el nacimiento, a veces incluso antes, seguido del período de la lactancia. Este tiempo es muy gratificante para el bebé, por lo que si la madre esta ansiosa, impaciente, tensa, deprimida u obsesionada, en lugar de estar tranquila y afectuosamente atenta, el niño puede experimentar por contagio este clima. Si los padres se sienten angustiados por ser premigestos y tienen temor a fallar en algo, están en el derecho y obligación de buscar ayuda para superar su angustia, sus estados de ánimo y/o su culpabilidad por sentir que han hecho algo mal.

Es de suma importancia que el niño esté cerca de sus padres. Ahora bien, qué pasa cuando están ocupados trabajando y tienen poco tiempo para cuidarlo y deciden dejar a su hijo en una guardería? Lo que es poco recomendable es dejarlo desprovisto de los cuidados paternos, pero hay instituciones que cuentan con personal capacitado y posean con instalaciones adecuadas para hacerse cargo de ellos, como grupos pequeños, atención personalizada. Los niños necesitan de alguien que los cuide y los proteja, ya que no tienen la autonomía de su cuerpo ni pueden satisfacer sus propias necesidades. Evidentemente, lo más recomendable es que alguien cercano, de preferencia un familiar o una nana cariñosa, responsable, que permanezca junto a ellos los primeros meses. Esa persona debe ser constante, establece y de buen carácter que pueda estar presente durante todo su desarrollo, porque esta figura se volverá cómplice de sus placeres, de sus penas, de su progreso social y de sus respuestas emocionales. También será la persona que le explique claramente como es la vida, por ejemplo, que le explique cuando hace frío o calor, que le enseñará la manera de conducirse, que lo familizará con lo desconocido (entre esto, con su cuerpo y su propia persona), que lo introducirá a los grupos, entre otras acciones.

 

Bibliografía:

Dolto, F., Las etapas de la infancia: nacimiento, alimentación, juego, escuela, Ed. paidós, Barcelona, 2000, 182 pp.

Barudy, J., Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia, Ed. gedisa, Barcelona, 2007, 253 pp.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *