Límites Extremos

La forma de establecer límites son formas de actuar que cada uno elige para ejercer la disciplina en los niños. Hay diversos modelos, en ocasiones se suelen elegir los extremos (pasivo o agresivo), sin embargo estos no son funcionales ni asertivos. Lo que suele suceder es que cada uno dice: así soy yo, fuerte y agresivo o muy amigable. Es importante que tomes en cuenta que no siempre tienes que actuar de acuerdo con los patrones que asumiste de tus propios padres, tú no eres solamente eso, puedes cambiar tu conducta si entiendes el proceso o si no estás de acuerdo con ello. Tu forma de ejercer los límites repercute en el moldeamiento de la conducta de los niños y probablemente desarrollarán el mismo hábito.

Un primer extremo es la agresividad. Los estudios demuestran que un tipo de aprendizaje realizado de esta forma juega un papel muy importante en la formación de una conducta agresiva. Es decir, la represión innecesaria genera agresividad, los adultos que de niños fueron maltratados y en exceso reprimidos son, de acuerdo a investigaciones, los que, con mayor facilidad maltratan. Educar con violencia es una forma de ejercer poder mediante el empleo de fuerza ya sea física, psicológica, verbal, etc. Imponer límites de esta manera es un intento de doblegar la voluntad del otro, anulando su calidad de persona para mantener el control. Existe una línea muy delgada entre ser firme y abusar del poder. Este tipo de educación lastima mucho a los niños, aunque a veces en un principio no se note. Un niño puede estar gravemente dañado desde el punto de vista emocional y no mostrar cicatrices exteriores. Interiormente se pueden sentir despreciados y además no entiende porqué los tratan sus padres de esa manera, a quienes él quiere y se supone que ellos los aman; lo cual repercute en su autoestima, la disminuye.

Una educación a base de golpes y maltratos ocasiona que el niño aprenda a temer a los adultos con este tipo de actitudes a su alrededor y a veces deje de actuar y de desarrollar sus habilidades. De la misma forma les enseña que pueden ser violentos cuando quieran. Como adulto debes estar atento de no menospreciar la imagen del niño, sino ayudarle a que se conozca a sí mismo obteniendo una imagen realista de él y de sus actitudes y aptitudes. Es decir, invitarlo a la reflexión de sus conductas, en dado caso de que alguna de ellas sea negativa, imponer límites de forma asertiva y no agresiva, aunque suene difícil con cierta ayuda lo podrás hacer. En comparación, un niño que no ha sido educado a base de golpes ni gritos puede desarrollarse mucho mejor en el ámbito emocional y tener habilidades sociales, empáticas, confiar en los adultos que lo educan y en la vida en general.

Otro extremo, es el tipo de límites permisivos. Son adultos demasiado blandos que no dan indicaciones y que no establecen reglas. De esta manera creen que les están demostrando mucho amor a sus hijos, lo cual no es necesariamente cierto, una educación amorosa debe ser equilibrada, debe incluir la protección y el contacto con la realidad, nadie puede hacer todo lo que quiere cuando quiere. Por ejemplo, el imponer límites representa un acto de cariño, ya que le estás otorgando el principio de realidad que necesitan y una estructura que le ayudará a desarrollar habilidades sociales, de comunicación, emocionales, que le asegurarán un mejor futuro. No poner límites, concederle todo a los niños puede resultar en una conducta dañina para ellos, ya que no aprenden a respetar a otros, ni siquiera a regularse ellos mismos; no saben parar, solo buscan su propia satisfacción. Siguiendo este tipo de autoridad les estarás enseñando a ser egocéntricos, egoístas y tiranos porque no saben tomar en cuenta las necesidades de otros, lo cual les causará problemas a corto, mediano y  largo plazo.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *