Vínculo y Apego [Terapeutas]

Como se esbozó de forma general en “Vínculo y Apego”, el apego se da de forma natural, así como el principal instinto de alimento. Numerosos autores empezando por John Bowlby han insistido en la importancia de un apego sano, incluso como factor de prevención del maltrato infantil. Éste se refiere a la capacidad de relacionarse con otras personas a través del establecimiento de un contacto afectivo. El principal medio para aprender esto, es una figura materna que provea de los cuidados necesarios para satisfacer las necesidades tanto físicas como emocionales de bebé. De esta forma se consigue un desarrollo evolutivo, como cuando el niño de pecho pasa por un proceso de identificación corporeizada con el adulto que lo cuida maternalmente, que da la pauta para el aprendizaje del lenguaje tanto verbal como no verbal. Así, existen diferentes etapas de evolución del apego y de acuerdo a como se superen las mismas, se obtendrá un estilo particular de apego. A continuación, se describe la etiología de los tipos de apego no sanos, así como sus principales características y el manejo terapéutico con cada uno: 

  1. Evitativo: este tipo de apego se origina de una combinación de afectos como angustia, rechazo, hostilidad y repulsión por parte de los padres hacia el hijo. Éstas relaciones están cargadas de actitudes y conductas controladoras, intrusivas y sobre estimulantes. Asimismo, debido a la incapacidad del cuidador de satisfacer las necesidades del bebé, cuando este lo demanda, surgirá una negación de las mismas, por lo que no le brindará la atención necesaria. De esta forma, el hijo aprende a negar también sus propios afectos y/o a enmascararlos. A los personas con este tipo de apego les resultará muy difícil involucrarse en un proceso terápeutico, ya que es una situación amenazante para su inhibición emocional. El terapeuta a través de la calidez le brindará la confianza necesaria para que el paciente se sienta seguro. A menudo, podrán mostrar resistencia pasiva como cancelando o cambiando las sesiones o activa mencionándolo abiertamente. 
  2. Ambivalente: este estilo se desarrolla debido a que los padres no brindaron una disponibilidad emocional frente a las necesidades del infante. Así, los estados del bebé pudieron haber pasado desapercibidos por un largo tiempo y en otras ocasiones si los percibían y desatendían. Por lo que, este tipo de apego se caracteriza por una inconsistencia e impredicibilidad de las atenciones de la madre. Las personas con estas características se implicarán sin dificultad en un proceso terapéutico. Esta se convertirá en algo muy importante para ellos, aunque les genere angustia, miedo u otras dificultades. Al principio de la terapia, suelen presentarse con mucha ansiedad y miedo a ser criticados y desaprobados. Así, pueden presentar conductas tanto agresivas como pasivas, e incluso de alabanza al terapeuta. Este tipo de pacientes son extremadamente sensibles y están sumamente preocupados por las reacciones del terapeuta. 
  3. Desorganizado: este tipo de apego por lo general lo presentan hijos de padres quienes sufrieron experiencias traumáticas, mismas que los imposibilitó de recibir todas las características necesarias. Así, pudieron educar a sus hijos de manera violenta, desconcertante, temible e impredecible, lo cual ocasiona en el bebé una vivencia de terror, impotencia y falta absoluta de control. Por lo que, durante toda su vida el niño se conducirá intentando desesperadamente tener cierto control sobre el ambiente, particularmente sobre la relación con sus figuras paternas. En el consultorio, este tipo de pacientes se creen poderosos, por lo que tratan de ejercer el control, incluso pueden agredir al terapeuta y tener cambios de ánimo intensos. No les gusta acudir a terapia, ya que sienten que revivirán hechos pasados que complicará más su historia. Así que el terapeuta necesita estar dotado de mucha paciencia y otorgarle mucho cariño, estar comprometido para poder realizar un trabajo eficaz. Sus historias son generalmente pobres y caóticas, sin orden o lógica. De la misma forma, sus dibujos llegan a ser grotescos y sus juegos desorganizados. 

 

Bibliografía

Dolto, F., Las etapas de la infancia: nacimiento, alimentación, juego, escuela, Ed. paidós, Barcelona, 2000, 182 pp.

Barudy, J., Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia, Ed. gedisa, Barcelona, 2007, 253 pp.

Bowlby, J., El vínculo afectivo, Ed. Paidós, Barcelona, 1993, 418 pp.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *