Tratamiento de los Trastornos de Aprendizaje

Para mejorar los problemas de aprendizaje es necesario una intervención multidisciplinaria donde especialistas desde médicos generales hasta optometristas, psicólogo, familia, escuela y niño trabajen en conjunto para lograr avances. Los tratamientos médicos solos, es decir que trabajen por su cuenta, pueden causar tan solo una mejoría temporal a corto plazo. Por ejemplo, pueden reducir síntomas de inatención, pero no conductas desafiantes. De la misma forma, terapias muy específicas como la logopedia actúa específicamente sobre los trastornos del lenguaje.

Evidentemente las acciones escolares juegan un papel fundamental en la mejora de los trastornos de aprendizaje. En estos casos se sugiere que los niños asistan a clases normales y que si tienen una dificultad muy marcada trabajen ahí mismo de la mano de un instructor personalizado. Si el profesor no cuenta con la capacitación necesaria para trabajar con Trastornos del Aprendizaje también se requiere de la ayuda de un especialista. Cuando las limitaciones son medianas se puede hacer uso de un aula de recursos, diseñada específicamente para estimular el aprendizaje a través de material didáctico. Si los limitantes son graves, lo más recomendable es la educación especial, donde la enseñanza es a través de grupos pequeños o personalizadas cuando se trata de una deficiencia muy severa.

De la misma forma, es importante tener siempre presente ciertos factores que repercuten en el aprendizaje. En primer lugar, el dinamismo de las actividades; muchos de estos niños aprenden jugando y no bajo el modelo tradicional. Se puede empezar desde trabajos que fomenten la coordinación visomotriz y la percepción como rompecabezas, tableros con clavijas, camas elásticas, pizarras, etc. Sin embargo, aunque estas acciones sean sumamente lúdicas, no hay que olvidar que para este tipo de niños es vital la estructura, las instrucciones, el modelado, la guía directiva y la retroalimentación. Esto se debe hacer en base a una serie de objetivos específicos que actuarán colateralmente (si mejora uno mejora el otro). Así, se puede poner en marcha la técnica de repetición subiendo de nivel paulatinamente de ejercicios fáciles a otros que requieran más dominio de habilidades.

 

Referencias:

Wicks-Nelson, R., et Allen, I., (2009), Psicopatología del Niño y del Adolescente, Ed. Pearson, España.

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