Relaciones Sociales

Los niños nacen en un mundo social complejo, desde la infancia son parte elemental de éste. Por lo que, tienen que empezar a comprender las intenciones, sentimientos y acciones de otros para desarrollarse socialmente. Se sabe que los bebés vienen desde su nacimiento predispuestos a observar el lenguaje y la conducta de las personas a través de sonidos, gestos y expresiones. Así, aprenden con rapidez la forma en que se interactúan estímulos y respuestas basados en la relación con sus cuidadores.

Entonces, el desarrollo social de un niño comienza desde el nacimiento y va pasando por diferentes etapas. Por ejemplo, a los dos meses ya pueden distinguir cuando una persona se dirige a ellos y no a alguien más. A los siete y ocho meses, ya son capaces de entrar en la misma frecuencia emocional que la de su madre, es decir, responderán al estado de ánimo de la mamá con diferentes acciones. Asimismo, tratan de mirar en la misma dirección que su cuidadora. Por los nueve meses, se percatan de que su comportamiento genera un estado afectivo en otra persona y empiezan a participar ampliamente en juegos y en rutinas de alimentación, vestido, etc. Así, consecuentemente van aprendiendo los patrones de comunicación hasta el desarrollo del lenguaje motivados por la expresión de sus necesidades; y a la edad de dos años y medio aproximadamente el niño necesita que lo introduzcan en el trato con niños de su edad.

En general, los niños desde bebés están propensos a ser criaturas sociables, es decir, que poseen las capacidades para lograr entablar relaciones. La forma de desenvolverse con otros estará determinada básicamente por el estilo de apego, que desarrolló en una infancia temprana en la relación con su figura materna. Otra de las características que delimitan en la infancia es la carencia de empatía por el otro, la cual se inhibe en este período, ya que ésta es uno de los factores primordiales del ser humano, misma que se observa neurológicamente en las neuronas espejo.  Así, niños de 4 a 6 años se les dificultará tomar la perspectiva del otro o conocer sus sentimientos. En las discusiones se le provee al infante el escenario, donde puede colocarse en el lugar de otro.

La importancia del ámbito social reside en que a través del mismo, el niño puede aprender y comunicar estados de ánimo, deseos, desaprobación, vergüenza, orgullo y demás procesos internos. Los niños desean pertenecer a ciertos grupos y ser aceptados por ellos, como un buen ser social. De la misma forma, adoptan creencias acerca de la vida en general, por ejemplo, de cómo manejarse en situaciones específicas, de compartir estados emocionales, adquieren explicaciones subjetivas acerca de acontecimientos e interpretan reacciones de los otros. Así, los niños van creando un esquema general del mundo y se convierten en personas activas dentro del complejo mundo de la sociedad.

 

Bibliografía:

Dolto, F., Las etapas de la infancia: nacimiento, alimentación, juego, escuela, Ed. paidós, Barcelona, 2000, 182 pp.

Dunn. J., Los comienzos de la comprensión social, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1993, 219 pp.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *