Las diversiones «adolescentes»

La palabra diversión proviene del latín divertere que significa apartar, alejar (Castillo, 2004). Es decir, que un momento de diversión hace referencia a separarse por instantes de los problemas de la vida cotidiana. Un espacio de diversión es sano, ya que sin despejarse del trabajo diario las energías se agotarían rápidamente. Entonces, la diversión es una necesidad natural, ya que proporciona descanso y esparcimiento.

Sin embargo, un estilo de vida completamente dedicado a la diversión convierte al medio en un fin; es decir, ya no es un tiempo para despejarse, si no que se ha perdido la meta del trabajo. De tal forma, que uno se vuelve improductivo, ya que vive solamente dedicado al esparcimiento. Asimismo, vivir siempre dentro del ambiente de diversión, puede señalar una huída de la realidad (del trabajo, la escuela, la familia, etc.) En estos casos, la diversión se vuelve un escape.

Podemos distinguir entre un adolescente amante de la música, que escuche discos o vaya a conciertos de vez en cuando para divertirse; sin embargo, por el otro extremo a un joven que se la pasa de bar a antro sin mostrar preocupación por sus obligaciones. Por lo tanto, la diversión como escape imposibilita el desarrollo personal y profesional, mientras que la diversión como medio de alejamiento propicia un sano crecimiento. Por ejemplo, una diversión adecuada son los hobbies como la lectura, el deporte, incluso el café con los amigos. Otros, como la televisión o los videojuegos enajena al adolescente apartándolo de su realidad sin cultivar ninguna reflexión. Una situación clara de hoy en día, es el famoso reggeaton con letras ofensivas hacia las mujeres que los jóvenes aceptan por moda o simplemente por ritmo.

Una adecuada guía de los padres fomentará un sano desarrollo. Primeramente, es importante empezar con un buen ejemplo, donde los hijos vean que sus padres no emplean todo el tiempo divirtiéndose. Asimismo, que observen una buena elección de tipos de diversión, aquellas que fomenten un buen criterio. De la misma forma habría que enseñarles que la diversión y el dinero no están juntos, si no que hay opciones de diversión sanas sin gastar mucho. Otro aspecto primordial es que los padres estén al pendiente de las diversiones de sus hijos, es decir, cómo, cuándo, dónde y con quién se divierten. Finalmente, no se trata de que los padres pongan trabas para limitar las diversiones insanas de sus hijos, si no que más bien fomenten un actitud de diálogo, confianza y juicio crítico para un adecuado esparcimiento.

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Referencias:

Castillo, G., (2004), Tus hijos adolescentes, Ed. Hacer Familia, España.

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