El sueño

El sueño, desde un punto de vista conductual, es un estado de reposo donde disminuye la actividad y se suspende la conciencia. Por lo tanto, es un proceso de descanso y recuperación. Para poder determinar si existe algún problema de sueño, primero es importante saber qué es lo que se considera normal en el ciclo de sueño de los niños. El sueño en todas las edades es diferente y estos patrones cambian con el desarrollo. Este proceso se inicia desde siendo fetos (exactamente a la semana 23), donde hay evidencias de sueño MOR (explicado más adelante) y bostezos. Después, de bebés se estima un sueño de alrededor de 16 horas, al año un promedio de 12 y a los 8 y 10 años ya debe dormir las 8 horas típicas. En cuanto a estabilidad, los bebés recién nacidos distribuyen su sueño entre el día y la noche (es decir no duermen seguido por las noches), hacia los 8 meses (afortunadamente para los padres) ya van adquiriendo el patrón día y noche, para el año y medio ya debe tener un patrón estable.

Lo mismo sucede con las etapas de sueño (MOR y SOL). La primera se refiere al momento del sueño de Movimientos Oculares Rápidos, su nombre es dado porque la actividad cerebral es la misma que cuando uno está despierto y se puede observar en el movimientos de los ojos. Esta fase se alcanza alrededor de los 90 minutos de sueño, es aquí donde ocurren las ensoñaciones vívidas (sueños y pesadillas) y está ligado al proceso de aprendizaje y memoria (es decir, es mejor que un niño duerma bien la noche antes de un examen a que se la pase estudiando porque no le va a servir!). La segunda etapa corresponde al Sueño de Ondas Lentas, donde se recupera el cuerpo en cuanto a nutrientes, sustancias químicas y proteínas. En los bebés se pueden distinguir estas dos fases de acuerdo a la postura corporal, por ejemplo en el sueño SOL hay inmovilidad, puños cerrados, respiración y ritmo cardiaco regular. Mientras que en el MOR (además del evidente movimiento de ojos) hay flacidez en el cuerpo, gestos faciales, respiración y ritmo cardiaco irregular.

Entonces, los problemas de sueño se pueden observar en las modificaciones de la conducta del dormir. Durante el primer año, la queja más frecuente de los padres es que el niño no duerme durante la noche. A los 2 años, el problema es para irse a dormir y las pesadillas. Mientras que de 3 a 5 años lo usual es despertarse por las noches. Cuando ya hay un malestar significativo que produce deterioro social o escolar, lo más recomendable es asistir con un especialista, primero con un médico que descarte el ámbito físico, ya que no necesariamente los problemas están asociados a causas psicológicas o de comportamiento. Es de suma importancia tratar los problemas de sueño a tiempo, ya que estos suelen persistir a lo largo del tiempo hasta la vida adulta.

 

Referencias:

Wicks-Nelson, R., et Allen, I., (2009), Psicopatología del Niño y del Adolescente, Ed. Pearson, España.

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