Desarrollo Emocional

Las emociones juegan un papel fundamental en los eventos significativos en nuestras vidas. Éstas están constituidas por diferentes factores, tales como genéticos, fuerzas ambientales y por supuesto psicológicas. En primer lugar, se tiene el temperamento, una parte básica que marcará un patrón de reacciones emocionales futuras. Este se refiere a la forma innata de reaccionar que todos traemos cuando nacemos y un cierto porcentaje es heredado. Como segundo punto, se encuentra la educación de acuerdo a su contexto social. Dentro de este ámbito, está la formación por parte de los padres, así como los modelos escolares, familiares, entre otros. En tercera posición, dentro de los psicológicos, la relación madre hijo durante la primera infancia y niñez es de suma importancia, ya que ésta posee una fuerte y duradera influencia en su personalidad y en su desarrollo intelectual, los cuales afectan el ámbito emocional.

El progreso emocional del bebé empieza desde recién nacido, en una primera etapa muestra solamente emociones básicas como excitación ante ciertos estímulos. En las semanas y meses que siguen, como resultado de la maduración, el aprendizaje de habilidades motoras y un desarrollo cognitivo, ciertas emociones se pueden empezar a diferenciar. Por ejemplo, la angustia discrepa de la excitación a las 3 semanas, el enojo de la angustia a los 4 meses, el disgusto del enojo a los 5 meses y el miedo del disgusto a los 6 0 7 meses. En general, las emociones primarias como el enojo, la sorpresa y la alegría aparecen desde el nacimiento hasta los 4 meses; y las secundarias como el miedo y la vergüenza surgen hasta los 6 meses. La diferencia entre estas emociones radica en que las que aparecen tempranamente muestran manifestaciones expresivas básicas. En cambio, las segundas necesitan tener una serie de significados aprendidos socialmente para que se puedan expresar. Por lo tanto, lo que sucede en estas transiciones emocionales es primordialmente un desarrollo cognitivo.

Aunado a los cambios en la actividad cognitiva, se encuentra la importancia de los objetivos de cada individuo en relación con las emociones. Por ejemplo, conforme el bebé crece podrá ir alcanzando ciertas metas que irán aumentando de dificultad de acuerdo a su desarrollo intelectual y motriz. Por lo que, en un primer momento el bebé sentirá enojo de no completar una tarea, sin embargo, cuando la haya dominado, su reacción emocional dependerá de otro objetivo. Por lo tanto, el desarrollo de las respuestas emocionales del niño tendrá su base en las experiencias y significados que se añadan en su crecimiento y a la evolución de sus capacidades cognitivas.

Un factor clave en el aprendizaje de las emociones, es la imitación y la identificación que posea el niño con sus principales figuras. La primera se refiere a la repetición de lo que se observa. Mientras tanto, la segunda es cuando el niño ya ha adquirido aquellos detalles como propios y pasan a ser parte integral de su personalidad. Es frecuente, que el hijo se confunda con los mensajes de castigo que le dan sus papás o cuidadores por realizar ciertas actividades, cuando ellos son los primeros en mostrarle esa conducta. Por lo mismo, resulta de suma importancia que los hijos y los padres trabajen de manera conjunta para potenciar cambios.

Conforme el niño crezca poseerá mayor capacidad cognitiva, por lo que aprenderá más acerca de lo que observa y sus reacciones emocionales se volverán mucho más complejas, como las de los adultos. Así que estáte atento a tus propias conductas en diferentes situaciones emocionales. Recuerda, que los niños aprenden rápido y estos aprendizajes son cruciales para su crecimiento. Un buen desarrollo emocional serán las bases para lograr un  adecuado estado de salud mental en un futuro.

 

Referencias: 

Lazarus, R., Emotion and Adaptation, Ed. Oxford, 1991, New York, 557 pp.

Schaefer, C., Foy, T., Ages and Stages, Ed. Wiley, 2000, New York, 232 pp.

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