¿Cómo poner límites?

Para poner límites hay que empezar haciendo una valoración de nosotros mismos, ya que necesitamos tener ciertas características para poder ayudar a los niños. La primera es tener una actitud de aceptación, afecto y respeto incondicional por él (indispensable!). El segundo factor primordial se refiere a colocarse desde tu función de autoridad, por ejemplo confiar en tu madurez, experiencia, jerarquía, en tus mayores conocimientos, en tu confianza en ti, en tu habilidad para enfrentar la vida, y seguridad. Cumpliendo estos dos principios básicos estamos listos para empezar a poner límites! Cuando se quiere introducir una regla se debe partir de que ésta debe ser importante para ti y para tu hijo, ya que implica un esfuerzo, dedicación y tiempo para enseñarla. Así como, es necesario que tú la sigas, para que el niño aprenda con el ejemplo. De la misma forma, es vital que se cumpla y se señale siempre en la situación que quieras, es decir, no puedes cumplirla una veces sí y otras veces pasarla por alto. Es decir, la constancia y consistencia son fundamentales.

Otra clave para fijar límites es la claridad. Por ejemplo, hablar en positivo, ya que resulta un lenguaje mucho más fácil para los niños, en lugar de decir “no hagas esto”, di “haz esto”, chistoso no?. Asimismo, evita que estas órdenes no estén llenas de explicaciones, deberán ser concisas porque de otra forma se pierde el objetivo de lo que se quiere comunicar. De la misma manera, hay que evitar dar instrucciones ambiguas, con muchos adjetivos como “sé buen niño” “deja de hacer eso”; es decir, hay que enfocarse en acciones concretas como “haz tu tarea” o “recoge tus juguetes”. Entre más pequeño el niño, los mensajes deben de ser más claros, cortos y concretos. Para asegurarnos de que entendió, lo mejor es pedirle que repita lo que tú le acabas de decir para que estés segura de que te entendió. Asimismo, parte de la claridad está en nuestro comportamiento no verbal, hay que ser congruente con la acción y con la reacción. No podemos regañar mientras nos reímos! Porque entonces perdemos credibilidad.

Un punto fundamental para que los límites funcionen es acordar con nuestro conyuge o demás adultos que compartan la tarea de educar a nuestros niños, así como meditarlos y colocarlos con anticipación siempre que se pueda (ante la emergencia esto cambia). No es lo mismo imponer un límite después de que surgió un problema a desde antes haber prohibido tal o cual acción. Aunado a la anticipación de la fijación de un límite cuenta mucho el estado emocional en el que el adulto lo hace. El pensar y platicar un límite antes con un niño conlleva una actitud objetiva, en cambio, si se coloca un límite en una situación inoportuna donde uno se encuentre perturbado, alterado, se asusta al niño, el cual se preocupará por perder el cariño del adulto y no comprenderá ni el porqué ni la importancia del límite, sino simplemente no volverá a realizar esa conducta por temor, indiferencia, no por madurez.

Los límites son imposiciones porque resguardan su seguridad física. Algunos son acuerdos mutuos o elección de alternativas a modo de negociación, sobretodo con los adolescentes, por ejemplo: “jugamos cuando termines tu tarea”, “te presto el coche cuando tengas licencia”, “tienes que comer verduras una vez al día”. Aunque un límite no parezca una imposición, sí debe tener una consecuencia; si no da lo mismo que se cumpla o no. El principal objetivo de que esto es enseñarle al niño que toda acción en su vida genera un efecto, ya sea positivo o negativo y que debe hacerse cargo de lo que sus actitudes y acciones provoquen.

Por último, recuerda que lo más importante de establecer límites es que tú te guíes por estos! Deben ser importantes para ti, garantizar la seguridad del niño, conducir a aprender para lograr madurez, no tener una doble escala de valores, como las mentiras, etc. De nada sirve que trates de enseñar algo que tu no practicas, ya que tu ejemplo pesará más en el aprendizaje del niño. Hay que ser congruente De la misma forma, ten en cuenta que el poner un límite requiere de tiempo, presencia física y mucho esfuerzo, sobretodo de constantes repeticiones, ya que un límite no se aprende a la primera.

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