Aprendiendo cómo preguntarle a los niños

Como ya se ha abordado en la importancia de la comunicación esta es vital para generar una relación de confianza, misma que te servirá de base para inculcarle valores a tus hijos, estudiantes, pacientes y a través de la misma reparar situaciones que disminuyen la probabilidad de incidencia en factores de riesgo. Como niños, en ocasiones resulta difícil que ellos mismos se acerquen a contarte sus problemas porque no están acostumbrados a usar el mismo lenguaje ni la misma forma de comunicación usual. Recordemos que el medio que utilizan para expresarse es el juego. Por lo que, nosotros como adultos, debemos aprender como aproximarnos a ellos.

Para esto, haremos uso de las preguntas. Existen diversos tipos de preguntas desde las cerradas que sólo dan dos opciones de respuesta como “sí” o “no”, “blanco” o “negro”, etc; hasta las abiertas, donde cada uno se puede explayar contando el número de detalles que desee. Asimismo, encontramos las preguntas sugestivas, que inducen una respuesta, usualmente un juicio de valor y deben ser usadas con cuidado. Las repreguntas que acogen una observación como una imprecisión, o ahondar más en el tema. Aquí algunos ejemplos:

 

Pregunta sugestiva: ¿Te estás divirtiendo con Juan, no? Veo que sonríes mucho

Repregunta: ¿Se meten contigo quiere decir que te molestan?

 

Otro tipo de preguntas que utilizan ¿qué, por qué, cómo…? son de un nivel más avanzado. Por lo que, se necesita un nivel neurológico y lingüístico amplio para que puedan ser respondidas. Es decir, no es recomendable usarlas con niños pequeños, sino aproximadamente a partir de los 4 y 5 años. Esto es dependiendo de la edad de la madurez del niño, por ejemplo un pequeño puede tener el desarrollo del lenguaje de 6 años, pero el ámbito neurológico de 4 años o viceversa. Para determinar la edad de su desenvolvimiento basta con hacerle algunas preguntas base como orientación, tiempo, espacio, para observar su nivel.

De la misma forma, otro tipo de pregunta compleja son las múltiples. Como su nombre lo dice, contiene más de una pregunta; lo cual puede resultar complejo para niños pequeños. El hecho de realizar más de una interrogante a la vez, conlleva como desventaja la pérdida de información, ya que usualmente se centran en responder una. Es mejor preguntar cosa por cosa. Por ejemplo: ¿Qué es lo que te gusta más de ir al cine, o no te gusta ir?

Como hemos comentado, los lapsos de atención de los niños son breves. Por lo que hay que escoger los momentos en los cuales inducir la conversación. Cuando ya la has iniciado pero parece que no están del todo atentos o no te han escuchado, es recomendable señalarlo, es decir: Juanito te pregunté cómo te fue en tu examen, pero parece que no me has escuchado, ¿Te gustaría contarme?

Cuando quieres continuar una conversación, una buena técnica es repetir o resumir la respuesta, lo cual estimule la plática. Por ejemplo: Entonces Sandra y tú jugaron a la casita de muñecas en el recreo. De esta forma, demuestras que estás escuchando y prestando atención, por lo que el niño se siente valorado. De la misma manera, compruebas si has entendido bien o él se ha explicado adecuadamente, en caso negativo, te ayuda a crear orden.

 

Referencias:

Delfos, M., ¿Me escuchas? Cómo conversar con niños de cuatro a doce años, Ed. Bernard Van Leer Foundation, Amsterdam, 2001, 164 pp.

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