Abuso Sexual [Terapeutas)

En terapia, el terapeuta debe evaluar el nivel de desarrollo actual del menor y ayudarle a comprender así como a resolver el trauma. Este espacio debe proveerle de la seguridad necesaria para que pueda conceptualizar el evento traumático. Esto se lleva a cabo a través de las intervenciones del terapeuta donde interpreta sus conductas. De la misma manera, el terapeuta debe estar preparado para brindar información exacta acerca del abuso sexual, del abusador, y sobre la relación del niño con esa persona. La desinformación puede conducirlos a crear una percepción equivocada de su propio ser y de su relación con los demás, sí esta imagen no se trabaja y no se logra cambiarla por una más sana y positiva puede tener efectos irreversibles en su vida futura, como en las relaciones de pareja, etc.

Asimismo, en la terapia es esencial que el especialista le ayude a liberar sus sentimientos a través del juego. Cuando un niño ha sido abusado, su gama de respuesta emocional puede variar desde presentar aberración por su agresor hasta sentimientos positivos, incluso afecto, asimismo, puede haber síntomas somáticos como problemas de sueño, micción o reacciones fóbicas. Por lo que, el proceso terapéutico se debe adecuar al ritmo del paciente, pueden pasar meses hasta que el menor pueda revelar sus auténticos sentimientos.

Es importante conocer que existen niños seductores; sin embargo, no cómo a lo que se refiere el término en acciones adultas, es decir, no suelen actuar con sexualidad ante adultos ni dirigirse a eso. Un infante de este tipo es una persona muy necesitada y abandonada, por lo que tratan de agradar a un adulto respondiendo a proposiciones sexuales abiertas o encubiertas. Asimismo, los niños son polimórficos en su orientación sexual, es decir, que son curiosos por naturaleza de una manera infantil con su nivel de desarrollo.

La terapia con niños que han sufrido abuso sexual es un proceso que les brinda la fuerza necesaria para reparar su sentido de sí mismo, sus sentimientos de control, confianza, la capacidad de apego y de esperanza en el futuro. Es común que los niños que fueron abusados presenten baja auto estima, conductas oposicionistas y agresivas, hipervigilancia, inadecuadas habilidades sociales, respuestas defensivas y comportamientos inmaduros. En cuanto a síntomas, sobresalen los de estrés postraumático, así como, la pérdida de conciencia, actos realizados de esta manera, las autolesiones, entre otras. Evidentemente, es primordial establecer una buena alianza terapéutica que le brinden la seguridad y confianza necesaria para hablar del problema. En seguida, primeramente es importante que los padres relaten los sucesos y contrastarla con la historia del niño. En esta primera fase de la terapia, la negación del hecho por parte del niño ayudará a construir el rapport, ya que usualmente ellos tienen miedo de meterse en problemas. Asimismo, se puede empezar a hacer declaraciones positivas acerca del paciente. Si la resistencia es tal, una buena herramienta para introducirse al problema son los dibujos. De esta forma, se puede obtener información acerca de su identidad, su autopercepción, entre otros factores. Uno de los objetivos fundamentales de un proceso terapéutico es acabar con los síntomas que el abuso causó, para esto es importante que se logre diferenciar entre sexo y amor, ya que generalmente esto los imposibilita de desengancharse emocionalmente de su agresor.

 

Recomendaciones:

Fundación Antenas Antenopolis

Juegos:

Let’s Talk about Touching

Steps to Healthy Touching

Libros:

A matter of control, Sandra Ballester & Frederique Pierre

 

Referencias: 

Sullivan, D., El sexo que se calla, Ed. Pax México, México, 1997, 277 pp.

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